Viajero intergalaico
Reflexiones de un viajero de dos orillas
martes, 13 de noviembre de 2012
domingo, 11 de noviembre de 2012
LA
TEOLOGIA DE LOS GAZAS
Es
importante, como una consideración preliminar, anotar que el tipo de
religión predicada por
Zaratustra
es lo que se llama religión reflexiva. Consiste en una fusión de
una Vista del Mundo y una
Forma
de Vida que se ofrece al creyente potencial para que la adopte,
después de reflexionar, por ser
digna
de aceptación. Un creyente es aquel que elige encontrar el mundo en
la forma que la religión lo
ha
declarado y, muy importante, se compromete a vivir de acuerdo la
Forma de Vida que se le
presenta.
¿Cuál
es el punto de vista de Zaratustra en los Gazas? Zaratustra concibe
el mundo en el que vivimos,
como
un teatro del conflicto entre dos espíritus morales (mainyus)
diametralmente opuestos,
representan
actitudes mentales en el campo psicológico y también vectores
morales opuestos en toda la
creación.
Estos espíritus son el Espíritu de Bondad (Spenta Mainyu) y el
Espíritu de Maldad (Angre
Mainyu,
que no se menciona en los Gazas sino en la literatura posterior). Sus
características están
definidas
con relación al concepto primordial de la teología de Zaratustra,
Asha, que generalmente se
traduce
por Verdad. La Verdad en este sentido se entiende como Verdad
Absoluta, es decir la forma
ideal
de la existencia del mundo, como lo ha concebido Ahura Mazda. Es la
forma que el mundo
debiera
tener, pero que es impedido por la acción del espíritu del Mal. Lo
correcto es actuar de acuerdo
a
la Verdad, por lo tanto Asha también se traduce como Rectitud. De
hecho, ya que la teología de
Zaratustra
esta siempre proyectada con una dimensión moral, Asha conlleva el
doble significado de
Verdad
y Rectitud.
Comprendemos
al mundo como una creación divina, intrínsicamente buena,
contaminada por el mal,
pero
que puede ser perfeccionada por las acciones de los humanos en razón
de su capacidad de
elección
moral. La acción humana puede promover el bien y rechazar el mal y
llevarlo a su eventual
desaparición
del mundo, aun cuando puede seguir existiendo como una posibilidad
conceptual.
De
aquí se desprende la Forma de Vida en la teología de Zaratustra. De
acuerdo con ella, los seres
humanos
poseen, tal vez cultivado en diferentes grados, la calidad de la
Buena Mente, Vohu Mana, que
es
una creación divina en sí misma. La Buena Mente nos permite
entender Asha, la Verdad Ideal;
también
nos permite ver cualquier aspecto del mundo y reconocerlo por lo que
es, por ejemplo, en que
forma
y magnitud es imperfecto. Esto se aprecia al mirar la realidad y
comprender que tanto se desvía
de
su estado ideal, es decir, Asha. Esta forma de conciencia moral es lo
que se conoce como buenpensar.
De
este buen-pensar uno recibe inspiración para hacer lo que es recto,
corregir el error para
perfeccionar
el estado imperfecto. Cuando se formula y se sigue el curso de acción
adecuado se le
llama
buena palabra.
La
inspiración que conduce a la acción es Spenta Armaity, traducida en
el contexto religioso como
Piedad
o Devoción y en el contexto moral, como Benevolencia o Recto-Pensar.
Este espíritu es otro
aspecto
de la Divinidad que nos inclina a pasar de la concepción recta a la
acción recta. Por lo tanto,
con
valor y confianza ponemos nuestros buenos- pensamientos e intenciones
bien-formuladas, en
acción.
A esto se le llama buena-obra. Así cristalizamos la trilogía
Zoroastriana, frecuentemente
repetida:
Buenos-pensamientos, Buenas-palabras y Buenas-acciones.
La
consecuencia de las acciones que están acordes con esta forma de
vida es que al actuar según Asha,
conduce
al mundo hacia la perfección en cualquier forma y magnitud. En el
mundo social traemos un
cambio
que conduce a un orden social meritorio. Conforme el orden social se
transforma en una
condición
ideal, adquirimos el dominio ideal en el cual la persona de mente
recta es feliz. Este estado
social
ideal es conocido con el término Gázico Kshastra Vairya, otro de
los aspectos divinos.
La
persona que vive de acuerdo con esta forma de vida alcanza un estado
de bienestar, un estado de
integridad
síquica y espiritual que podría clasificarse como perfecto, en esta
condición mundana. A
este
estado se le conoce con el nombre Gázico de Haurvatat. La persona
que ha vivido una vida de esa
forma,
al morir, llega a un estado de felicidad inmortal, conocido como
Ameretat.
En
los Gazas, la vida después de la muerte se considera como un estado
cuyo carácter es la
consecuencia
de la calidad moral de la vida de la persona. La idea del juicio
final a la persona se
expresa
dramáticamente en el cruce del Puente de la Separación (chinvad
peretu), donde los virtuosos
cruzan
hacia la Casa de las Canciones, la mansión celestial, y permanecen
en un estado “Mejor
Conciencia”.
Los malvados caen en la Casa de la Falsedad, donde permanecen en un
estado de “Peor
Conciencia”,
apartados de la Verdad.
Las
enseñanzas de los Gazas se centran en que el mundo está afectado
por el sufrimiento, la injusticia,
la
imperfección. La meta consiste en transformarlo y llevarlo a la
perfección, es decir, de acuerdo con
la
Verdad, por medio del poder de la Buena Mente. Un mundo así de
perfecto traerá, progresivamente,
satisfacción
a toda la buena creación. En esta forma se inauguraría el reino
deseado, Khshathra Vairya,
donde
la sociedad ideal manifestaría una existencia social pacífica,
dentro de la cual todos los intereses
estarían
balanceados y armonizados en un orden justo, ya que esa es la
implicación de Asha. Este
objetivo
depende de un pensamiento humano iluminado y una resolución humana
mentalmente
correcta.
De acuerdo a los Gazas esta es la meta religiosa y la voluntad de
Ahura Mazda es que se
realice
martes, 23 de octubre de 2012
DIOS HA MUERTO.
Muchos conocemos esta frase y quien la dijo. Aquí está todo el contexto de la misma: una auténtica descripcion de la era actual.
“¿No habéis oído hablar de ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. “Qué, ¿se ha perdido Dios?”, decía uno. “¿Se ha perdido como un niño pequeño?”, preguntaba otro. “¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?” Así gritaban y reían con gran confusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con la mirada: “¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir”, les gritó. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos sus asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer, cada vez más, cada vez más? ¿No es necesario encender linternas en pleno mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún de la descomposición divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrará de nosotros esa sangre? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué juegos nos veremos forzados a inventar? ¿No es excesiva para nosotros la grandeza de este acto? ¿No estamos forzados a convertirnos en dioses, al menos para parecer dignos de los dioses? No hubo en el mundo acto más grandioso y las futuras generaciones serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el presente fue la historia. Aquí calló el loco y miró de nuevo a sus oyentes; ellos también callaron y le contemplaron con extrañeza. Por último, arrojó al suelo la linterna, que se apagó y rompió en mil pedazos: “He llegado demasiado pronto, dijo. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres. Es necesario dar tiempo al relámpago y al trueno, es necesario dar tiempo a la luz de los astros, tiempo a las acciones, cuando ya han sido realizadas, para ser vistas y oídas. Este acto está más lejos de los hombres que el acto más distante; y, sin embargo, ellos lo han realizado.”
Fiedich Nietsche. La gaya ciencia.
Muchos conocemos esta frase y quien la dijo. Aquí está todo el contexto de la misma: una auténtica descripcion de la era actual.
“¿No habéis oído hablar de ese hombre loco que, en pleno día, encendía una linterna y echaba a correr por la plaza pública, gritando sin cesar, “busco a Dios, busco a Dios”? Como allí había muchos que no creían en Dios, su grito provocó la hilaridad. “Qué, ¿se ha perdido Dios?”, decía uno. “¿Se ha perdido como un niño pequeño?”, preguntaba otro. “¿O es que está escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se ha embarcado? ¿Ha emigrado?” Así gritaban y reían con gran confusión. El loco se precipitó en medio de ellos y los traspasó con la mirada: “¿Dónde se ha ido Dios? Yo os lo voy a decir”, les gritó. ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo! ¡Todos somos sus asesinos! Pero, ¿cómo hemos podido hacer eso? ¿Cómo hemos podido vaciar el mar? ¿Y quién nos ha dado la esponja para secar el horizonte? ¿Qué hemos hecho al separar esta tierra de la cadena de su sol? ¿Adónde se dirigen ahora sus movimientos? ¿Lejos de todos los soles? ¿No caemos incesantemente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, de lado, de todos lados? ¿Hay aún un arriba y un abajo? ¿No vamos como errantes a través de una nada infinita? ¿No nos persigue el vacío con su aliento? ¿No hace más frío? ¿No veis oscurecer, cada vez más, cada vez más? ¿No es necesario encender linternas en pleno mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿Nada olfateamos aún de la descomposición divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto y nosotros somos quienes lo hemos matado! ¿Cómo nos consolaremos, nosotros, asesinos entre los asesinos? Lo que el mundo poseía de más sagrado y poderoso se ha desangrado bajo nuestro cuchillo. ¿Quién borrará de nosotros esa sangre? ¿Qué agua podrá purificarnos? ¿Qué expiaciones, qué juegos nos veremos forzados a inventar? ¿No es excesiva para nosotros la grandeza de este acto? ¿No estamos forzados a convertirnos en dioses, al menos para parecer dignos de los dioses? No hubo en el mundo acto más grandioso y las futuras generaciones serán, por este acto, parte de una historia más alta de lo que hasta el presente fue la historia. Aquí calló el loco y miró de nuevo a sus oyentes; ellos también callaron y le contemplaron con extrañeza. Por último, arrojó al suelo la linterna, que se apagó y rompió en mil pedazos: “He llegado demasiado pronto, dijo. No es aún mi hora. Este gran acontecimiento está en camino, todavía no ha llegado a oídos de los hombres. Es necesario dar tiempo al relámpago y al trueno, es necesario dar tiempo a la luz de los astros, tiempo a las acciones, cuando ya han sido realizadas, para ser vistas y oídas. Este acto está más lejos de los hombres que el acto más distante; y, sin embargo, ellos lo han realizado.”
Fiedich Nietsche. La gaya ciencia.
sábado, 20 de octubre de 2012
POEMA ATRIBUIDO A PRISCILIANO
Quiero desatar y quiero ser desatado.
Quiero salvar y quiero ser salvado.
Quiero ser engendrado.
Quiero cantar; cantad todos.
Quiero llorar: golpead vuestros pechos.
Quiero adornar y quiero ser adornado.
Soy lámpara para ti, que me ves.
Soy puerta para ti, que llamas a ella.
Tú ves lo que hago. No lo menciones
La palabra engañó a todos, pero yo no fui
completamente engañado.
—Himno a Jesucristo, atribuido a Prisciliano.
Quiero desatar y quiero ser desatado.
Quiero salvar y quiero ser salvado.
Quiero ser engendrado.
Quiero cantar; cantad todos.
Quiero llorar: golpead vuestros pechos.
Quiero adornar y quiero ser adornado.
Soy lámpara para ti, que me ves.
Soy puerta para ti, que llamas a ella.
Tú ves lo que hago. No lo menciones
La palabra engañó a todos, pero yo no fui
completamente engañado.
—Himno a Jesucristo, atribuido a Prisciliano.
sábado, 13 de octubre de 2012
viernes, 12 de octubre de 2012
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